Consideraciones generales sobre la obra
Los elementos utilizados, para conformar la obra, son materiales principalmente de uso industrial. Mallas de diferente composición: acero inoxidable, fibra de vidrio, níquel, latón. Así como otros elementos de procedencia también industrial.
Estas mallas presentan estructuras reticulares y geométricas, que albergan en su superficie la repetición del motivo, y organizan el espacio con su particular configuración; dotando a este de un gran contenido rítmico. La repetición, a veces, solo queda sugerida, debido a la manipulación de éstos tejidos y a la incorporación de otros materiales, como la pintura y el papel.
La elección de éstos materiales, las distintas calidades, el influjo de la luz sobre ellos, la propia luz que esconden, y que emanan, las intersecciones de los distintos haces luminosos, y sus diferentes tratamientos, constituyen en sí mismos una obra estética. El resultado plástico que se obtiene, es el de una obra transparente, ordenada y limpia.
La retícula que forman las distintas mallas, es utilizada como elemento de medida, dentro del plano, elaborando un espacio ordenado mediante líneas verticales y horizontales, fundamentalmente, que escapan a nuestra vista, y se expanden, pero racionalizan el espacio.
Son espacios organizados con gran predominio vertical, que persiguen la perfección y la belleza; mediante el empleo de los materiales industriales.
Las ideas se materializan en una composición estética, cuya sensación ya no está en los materiales. De ésta manera, la técnica, y muchas veces la compleja utilización de dichos materiales, es absorbida por la composición estética. Existe un instante preciso, en el cual se unen las ideas y los materiales con la composición estética que presenta la obra realizada. Es cuando ésta adquiere su verdadero sentido, y trasciende el lugar, el espacio, el tiempo, y hasta el mismo pensamiento. Se nos revela entonces con presencia y entidad propias.
Hay que abonar de nuevo nuestros sueños, con tesón, y remover la tierra muerta, mil veces si es preciso, hasta que de nuevos frutos, sin dejar de ser tierra.
1. 2 ESPACIO VITAL
Es necesario crear espacios diferentes a los habituales. Con un estado mental, basado en la intuición más profunda. Y hacer un arte genuinamente emocional. En donde el intelecto pasaría a un segundo plano. La obra de arte, sería producto de un sentimiento muy profundo, que no estaría reflejando los sucesos de cada día, pero se nutriría de ellos.
La libertad de elección, para la creación de la obra de arte, debe de estar encaminada hacia la constante búsqueda, y el aprendizaje diarios de nuestra propia existencia. Solamente de esta manera, se podrán expresar los contenidos indescriptibles del pensamiento; el máximo de contenidos con el mínimo de recursos. Este análisis constante de nuestra conciencia, nos dará cada vez conocimientos más profundos, y establecerá el camino que debe seguir el arte.
La importancia del cuerpo, y la sensualidad, unido a lo espiritual, es lo que debe perseguir toda obra. Éstas tiene que ser capaces de transmitir afectos, pues están hechas por el hombre, para el hombre. Si esto es así, la obra desearía trascender la muerte, no trataría de anularla.
2 LA LÍNEA INVISIBLE
A veces la línea del horizonte se hace invisible, y el espacio se torna nebulosa. Se forman pantallas de mallas superpuestas. Las líneas se entrecruzan formando verticales y horizontales. Nuestra percepción visual se confunde. ¿Donde está el horizonte? De pronto todo asciende. Se produce una tensión. Sentimos un fuerte impulso vertical, dinámico, muy veloz, un impulso de espiritualización dado por la forma limpia y su infinita posibilidad de movimiento nos eleva.
Se ha establecido una ecuación: a mayor velocidad, mayor información, pero ¿de qué? De todo lo que imaginamos y no vemos pero sentimos. Es sentimiento que presiente la mudanza del tiempo, y la anuncia en otra cosa.
Es posible que para viajar haya que estarse quieto. Es necesario experimentar cierto grado de parálisis para ser capaz de salir volando. Siempre será todo y nada. La luz que genera oscuridad. La unión de la noche y la llama.
Los recorridos de vida y muerte forman las líneas, son desconocidos. Una aventura con pérdidas y ganancias. El balance final no llegará nunca, pero siempre podremos ver las huellas que van quedando a través del viaje. Huellas que revelan lugares propios del hombre.
Nuestra mirada llenará los vacíos dejados por la conquista de la ciencia, dejando paso a otros valores más profundos que retornen al pensamiento primitivo, en un gesto, nuestro propio gesto, fuera de lo definido como racional, pero capaz de concretar una imagen diferente del mundo.
Las líneas son huellas que deja el hombre en el tránsito de la vida hacia la muerte. Es difícil entender el sentido y la dirección que siguen. A veces aparecen en los momentos más insospechados y se sitúan entre los intersticios de lo inverosímil. Sin embargo, son signos, quedan como signos que se realizan en lo casi imperceptible dentro de la configuración de nuestras vidas.
Las líneas tienen un sentido procesual y dinámico algo sin acabar, como nuestra propia identidad siempre fragmentada que intenta recomponerse cada día y busca desesperadamente su yo. Se remonta al pasado y encuentra los restos de otras huellas que ya no le sirven porque están fuera del tiempo presente.
Un proceso de tiempos y espacios múltiples llenos de líneas de espíritu avanzado hechas de incertidumbres y realidades. Líneas capaces de actuar como arma arrojadiza y como portadoras de nuevos pensamientos que nos hagan entender el destino del hombre de nuestra época.
Líneas trazadas entre sentimiento y razón, entre sueños y vigilias. Signos reveladores de una estupefacción inmóvil y del frenesí que soportan nuestros cuerpos y nuestras mentes. Líneas que buscan la verdad del hombre y del mundo. Desplazándose hacia lugares no conocidos repletos de luces y sombras. “La figura de la sombra personifica todo lo que el sujeto se niega a reconocer y sin embargo, continuamente, de modo directo o indirecto se le impone.” C. G. Jung.