LA CIUDAD Y LOS BARCOS

En el fondo del cuadro, donde parece acabar la superficie y el horizonte se alía con la niebla, un barco y una ciudad pueden amarse. Pueden amarse como dos cuerpos que bailan o como dos amantes que se entregan desesperadamente a la pasión de un último abrazo. En esa danza que entablan el barco y la ciudad, íntima, desgarradora, tempestuosa, y gestual. El tango se vuelve marino y gira en un lamento donde la ciudad se entrega a la música y al majestuoso movimiento de lo que nos evoca el adiós, los pañuelos agitados en la mañana de un muelle remoto y olvidado, el espejismo de las despedidas y los reencuentros que forman parte de la memoria y del baile inexorable del tiempo que pasa. Somos luz y color en ese lento rastreo de las formas reales e imaginadas que el arte. La pintura, convierten en alianza y en invitación fructífera del deseo.

En la observación de un cuadro donde viven el barco y la ciudad, la mirada urde preguntas insospechadas y respuestas hermosas y no siempre certeras. La mirada navega por los tejidos y las maderas desahuciadas, recorre la aguada y el óleo abultado por la brea y la magnánima salinidad que el rumbo perdido otorga a los recuerdos, busca la figura que navega sola, a la deriva, la disfunción acuosa de los náufragos que luminosos o pardamente mudos nos conmoverán en su desolación, y busca la luminosidad que se produce en los planos, en el triunfal claroscuro que llega después de la terrible tormenta, después que la tempestad se haya calmado y el mar aparezca ante nuestros ojos como un prodigio sabio de quieta senectud.

Ser vapor o borrasca en las manos de la ficción que modela y fija su pacto con la forma y el tiempo nos exhorta del olvido. La soledad bailando con el mundo, en su boceto degradado y salvado de las aguas. Náufragos, pasajeros, amantes de regreso, osados viajeros de la pintura que nos multiplica y nos regala otras vidas, otros sueños, azares de la invención y de la deriva. Una ciudad y un barco en verdad pueden amarse cuando alguien pinta su oculto e imposible amor.

Josela Maturana

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SOBRE MI


Declaración de artista

Trabajo con pintura, fotografía, instalación y vídeo y mi trabajo artístico lo realizo a partir de mi experiencia cotidiana, de mis recuerdos y de mi formación en pintura. Los materiales que utilizo para realizar mis trabajos suelen ser de origen industrial, mallas de diferente composición, acero inoxidable, fibra de vidrio, níquel, nailon, latón.

Estas mallas presentan estructuras reticulares y geométricas que albergan en su superficie la repetición del motivo y organizan el espacio con su particular configuración, dotando a éste de un gran contenido rítmico. La repetición a veces queda levemente sugerida debido a la manipulación de estos tejidos y a la incorporación de otros materiales como la pintura y el papel. Cuando utilizo el código fuente de la propia imagen, lo hago de diferentes maneras, a veces como algo ornamental, otras veces como si fuese una caligrafía ininteligible que guarda un secreto a descifrar y también como un simple recurso más que me ofrece la tecnología digital.

Siento predilección por los monocromáticos, el arte efímero, la poesía, la música, los materiales industriales, la geometría, los puntos de intersección y las retículas, cosas que influyen y son usadas en mayor o menor medida en todos mis trabajos.

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