Blanco sobre Blanco-Crítica
ABC Cultural / 31/ 19-5-2001.
EN BLANCO. Carmen Pallarés.
A. Valero y A. Artero Galería Pi i Margal. Madrid C/ Augusto Figueroa, 9 Hasta el 31 de mayo. De 30.000 a 450.000 pesetas.
CUANDO tratamos con el arte actual, lo hacemos con un arte de frontera, explorador de límites. Y límites son, en cuanto al color, los denominados estándares acromáticos. En el arte de nuestro tiempo, el blanco y el negro son utilizados con frecuencia como meros soportes para el despliegue de la siempre superficial y engañosa oratoria; otras veces, se emplean como sustancia de la elocuencia. Si sabe que está usando, un artista que decida centrar su quehacer en el blanco ha de mostrar su arrojo, la claridad de sus ideas, y las formas, materias, dimensiones y emplazamientos que definan el marco de su quehacer. Y es notable en el arte actual el número de quienes se atreven. En sólo unas semanas se dan cita en Madrid dos exposiciones centradas en el blanco: en la colectiva de la Fundación Telefónica y en la individual de la Galería Pi y Margall; y además, en Raquel Ponce y en Belarde 20, parte de lo expuesto son también repertorios de y sobre el blanco.
Fue Malevitch quien en su momento plasmó tal llamada de atención. Recordemos también que los latinos clásicos tenían la precisión de nombres específicos para múltiples sensaciones de blanco y se hubieran asombrado de nuestra precariedad e indiferenciación, y no digamos ya los pueblos esquimales, inmersos en esa tierra trasmutada que despliega docenas de matices.
Pero remitámonos a lo que hay en esta muestra de Antonia Valero, en la cual figura una intervención, también de frontera, debida a Antonio Artero: una proyección de luz continua. En todas las obras de esta colección, el blanco y las materias que lo reflejan se dan la mano en importancia: tejidos, gomas, cauchos, hilos, etc. envuelven, realzan y pintan las obras, delimitan sus formatos y definen sus dimensiones. Son los límites de un dominio en el cual la emotividad de la factura trata de desaparecer, y ese propósito resulta, justamente, lo más afectivo.
Valero consigue aquí lo que quiere, con armonía de formas y
«EN todas las obras
de esta colección,
el blanco y las materias que lo reflejan
se dan la mano en importancia»
equilibrio de conceptos, con sutileza reflexiva. El espacio acotado para la proyección impide en la galería un mayor despliegue de obras, algo que personalmente lamento. El interés del artista por explorar tensiones, transparencias y geometrías aleatorias no es un mero formalismo, sino el afloramiento como arte de experiencias e ideas vividas con profundidad. Exposición tras exposición, la calidad y la elocuencia de las obras de Valero no han hecho más que perfeccionarse. Este Blanc
o sobre blanco me parece una buena muestra de ello.
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